lunes, 24 de agosto de 2015

RUTA AL VOLANTE POR ALEMANIA. PARTE II

     Retomamos el viaje donde lo dejamos...terminando el día en Heidelberg.

     A la mañana siguiente, el plan era visitar Wulzburg por la mañana para continuar hacia Rothemburg a la tarde, pero, las previsiones de lluvia chafaron la ruta. La duda era, hacer mas kilómetros al volante para visitar una ciudad que probablemente no podríamos disfrutar por la lluvia y el mal tiempo, e ir incómodos, o poner rumbo a Rothemburg ob der Tauber directamente y aprovechar el día completo allí. 

ROTHEMBURG OB DER TAUBER

     Pues esa fue la opción. Ir directamente hacia Rothemburg, y mereció la pena hacerlo. El clima estaba ligeramente mejor que el día anterior, con nubes y viento, pero con un cielo algo mas azul. La verdad es que prácticamente todos los días hemos estado al filo de pasar frío o estar a gusto. Pero he dedecirlo, a mi la climatología me ha ayudado a conseguir las fotos que he hecho, el viento a veces era molesto, pero otras era lo suficientemente fuerte como para mover las nubes y facilitarme el efecto seda que quería en ciertas fotografías de larga exposición. No me quejo.

     La ciudad, o mejor dicho, su casco histórico, apenas llega a los ochocientos metros de ancho por cada uno de sus lados, lo cual hace que recorrerla a pie sea bastante sencillo, teniendo todos las plazas, monumentos y lugares emblemáticos a un tiro de piedra. 

     La particularidad de esta ciudad medieval es que está totalmente amurallada, conservando todo su perímetro defensivo, pero lo mejor sin duda es que todo ese perímetro se puede recorrer. Se puede subir a la muralla y recorrerla como lo hicieran los soldados en su día, asomándote hacia el exterior por sus huecos, y contemplando la ciudad en el interior.

Vistas desde la muralla

     Como he dicho antes, todo está a tiro de piedra. Tal es así, que si nos situamos en Marktplatz, mirando hacia el Ayuntamiento, veremos detrás la torre de la St-Jakobs-Kirche o Iglesia de Santiago, y si giramos hacia nuestra izquierda, al fondo de la calle que vemos a poco mas de doscientos metros vemos uno de los lugares mas fotografiados de la ciudad, Plönlein, un conjunto formado por una delgada casa con una pequeña fuente situada entre dos torres, la Torre Kobolzell y la Torre de Sieber.

Marktplatz

Interior de St-Jakobs-Kirche

Plönlein

     Aún teniéndolo todo cerca y a mano, la tarde, tras comer y reponer energías decidimos aprovecharla para descansar de cara al día siguiente.

BAMBERG Y NÜRNBERG

     A la mañana siguiente tocaba visitar las ciudades de Bamberg y Nürnberg y regresar a Rothemburg donde aún hacíamos noche.

     En Bamberg, a pesar de estar poco tiempo, fue el necesario para disfrutar de la ciudad y acabar encantados con su estética. El lugar mas destacado sin duda, es el antiguo ayuntamiento, enmarcado entre dos puentes sobre un embravecido río Regnitz. 

Altes Rathaus



     También cabe destacar la Kaiserdorm SS. Peter und Paul un St. Georg, o lo que es lo mismo, la Catedral Imperial de los Santos Pedro y Pablo y Jorge. Resumiendo, la Catedral de Bamberg, una imponente iglesia de estilo románico gótico sobre una alta colina que domina toda la ciudad. En su interior, ademas de las tumbas emblemáticas del emperador Enrique II, fundador de esta Iglesia, y las tumbas de muchos arzobispos de la ciudad, destaca la escultura del Jinete de Bamberg o Der Bamberger  Reiter, una figura de la que se desconoce a quién representa, aunque existen varias hipótesis que dan nombre al jinete. Tan icónica es esta figura, que en el año 2012, centenario de la Catedral, Playmobil lanzó una figura del Jinete para conmemorar esta efeméride. Como era de esperar, me llevé mi playmobil de recuerdo. De ahí, a Nürnberg.

Cripta en el interior de la iglesia.

Tumba de Enrique II y su esposa.



     Nürnberg, me recordó en un primer momento a Rothemburg, pero a lo grande. Digamos que Rothemburg es un pueblo, y Nürnberg se ve claramente que siempre ha sido una gran ciudad desde sus orígenes. Con un centro histórico que aunque no conserva gran parte de sus murallas, geográficamente sobre el mapa se ve claramente delimitado, se hace mas complicado recorrerlo a pié. Con un ancho cercano a los dos kilómetros por cada lado y atravesado justo por su centro por el río Pegnitz, si el mismo que pasaba por Bamberg.

     Aunque tiene mucho que visitar, como en los viajes hay que ser selectivos, optamos por visitar su zona central y mas destacable. Aun habiendo aparcado cerca del río, dejamos éste para el regreso.

     El Castillo Imperial o Kaiserburg, fue el primer monumento a visitar. Un formidable castillo que domina toda la ciudad desde la colina. Merece mucho la pena subir a la fortaleza, y aunque no se visite el Castillo si no se dispone de mucho tiempo, merece como digo la pena asomarse desde sus murallas y contemplar la ciudad desde lo alto y por un momento imaginar lo que fue en su día. 


Exterior e interior respectivamente del Castillo.


Panorámica desde los muros del Castillo.

     Muy cerca del Castillo a escasos cinco minutos de paseo encontramos la Casa de Alberto Durero, colindante con un resto de la muralla de la ciudad. Se encuentra prácticamente tal y como la habitó el artista. Suelos, techos y vigas de madera que crujen al pisar, con recreaciones e instrumentos originales en varias de las estancias de la casa.

Interior de la Casa de Alberto Durero.

     Tras dejar atrás la casa del pintor y dirigirnos de nuevo hacia el centro de la ciudad, pasando por Sankt Sebaldus Kirche camino de Hauptmarkt donde se encuentra una de las Iglesias icónicas de la Nürnberg, la Iglesia de las Mujeres o Frauenkirche. Si vais por Alemania o habéis ido, no os resultará extraño que en distintos lugares suela haber una iglesia denominada así y como su nombre indica, era antaño una Iglesia para mujeres. 

     A pocos metros en dirección al río, está otra de las estampas típicas de la ciudad, el antiguo Hospital del Espíritu Santo sobre el río. Ese fue el momento perfecto para descansar, hacer las últimas fotos de la ciudad y regresar a Rothemburg. Allí ya apurando las últimas horas del día, fuimos a cenar a un Japonés bastante recomendado (y con razón)y recorrer por última vez, ya de noche, sus calles medievales.

     Al día siguiente tocaba viajar hacia Füssen pasando por Ulm de camino.

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